Detalles
Fue el 6 de Marzo de 1927 cuando Bertrand Rusell dio un discurso, al sur de Londres, titulado “Por qué no soy cristiano”. En su momento causó cierta sensación, en parte debido a la reconocida elocuencia del conferenciante y, en parte, debido a su absoluta franqueza. Treinta años después su discurso se publicó en una colección de ensayos. Ocupaba el capítulo 1 y daba título a todo el libro.
En su prefacio, Rusell escribió: “creo que todas las grandes religiones del mundo son falsas y dañinas”.
Al escribir este breve libro titulado “Por qué soy cristiano”, no pretendo rebatir punto por punto los argumentos de Rusell, porque reconozco su brillantez como filósofo y matemático. Pero también reconozco que deben presentarse ciertos argumentos a favor del cristianismo que Rusell no presentó y que, quizás ni siquiera consideró.